miércoles, 10 de agosto de 2011

Los estudiantes en Chile no aflojan!!

publicado a las 6:03 by contrafuegos


Fuente: Alba Tv




Compartimos una crónica de la movilización de los estudiantes chilenos del 4 de agosto que culminó con un gran caceroleo en la noche repudiando la represión del gobierno facho de Piñera.




Mil policías para reprimir a adolescentes, un periodista de Canal 13 muy capcioso, una ciudad convertida a ratos en nube por efecto de las lacrimógenas y oficinistas que increpan a carabineros son algunas de las estampas del 4 de agosto de 2011.

La decisión de la ‘autoridad’ de prohibir las marchas estudiantiles convirtió a la Alameda en una batalla campal durante todo el día y terminó siendo un tiro por la culata para el Gobierno, que de bonus track se ganó el cacerolazo más grande de las últimas décadas en reclamo por la represión ejercida por las fuerzas policiales.

Poco antes de las 10 de la mañana, los altoparlantes de la línea 1 del Metro de Santiago en dirección al oriente pedían a los pasajeros cerrar las ventanillas “por el gas lacrimógeno lanzado por los disturbios que hay en la ciudad”. El picor de nariz y una tos expandida en muchos rostros vistos al bajar en el andén anunciaban una nueva jornada de movilización.

En algunas estaciones de Metro, incluso, no se dejaba entrar a los estudiantes o a quien pareciera serlo. La salida de la estación Baquedano estaba cerrada y cualquiera con pinta de adolescente era abordado por el pelotón de carabineros dispuesto en Plaza Italia. Su misión: Evitar que no se efectuara la protesta convocada por los secundarios en rechazo al modelo de educación que prevalece en el Gobierno de Piñera.

La explanada de Plaza Italia era un desierto a eso de las 10 y media. El primer centenar de estudiantes que intentó congregarse fue dispersado por el triple de carabineros. Pero las oleadas de secundarios llegaban y llegaban. Carabineros de Chile con lumas, carros lanza aguas y lacrimógenas los dispersaban. El gris matinal de un Santiago de invierno se cubrió con el verde de más de mil policías cuyo objetivo era impedir que los manifestantes marcharan por la Alameda.

La noche anterior el subsecretario del Interior, Rodrigo Ubilla, se paseó por los canales de televisión anunciando las penas del infierno para quien osara desobedecerlos. Al igual como pasó con las primeras protestas contra Hidroaysén, la estrategia diseñada por la Moneda fue que no hubiese imagen alguna de la Alameda ocupada por las protestas festivas de los estudiantes.

A eso de las 11 de la mañana los periodistas se concentraban junto al monumento a Balmaceda. Desde allí hacían sus despachos preocupados de hacer zoom a un estudiante lanzando alguna pedrada desde el Parque de la Aviación, hacia donde habían sido dispersados por la policía o alguna barricada que obstaculizara el tránsito por la Alameda. Claro que a esa hora el desierto en que se había convertido la principal arteria capitalina estaba copado por carabineros, sus guanacos y zorrillos iban y venían sin respetar el sentido del tránsito e impidiendo cualquier flujo vehicular.

LOS DIRIGENTES Y LOS PERIODISTAS

Poco antes del medio día aparecen Jaime Gajardo, presidente del Colegio de Profesores; Camilo Ballesteros, presidente de la Feusach y Camila Vallejo, de la Fech, en el desierto en que se había convertido Plaza Italia. “Es un absoluto despropósito lo que está haciendo el Gobierno. Aquí hay un movimiento real y no pueden ellos actuar de esta forma. Lo único que están haciendo es exacerbar más los ánimos y va haber una mayor radicalización”- dijo Gajardo.

Ballesteros señaló que simplemente no aceptaban la propuesta del Gobierno. “Creemos que es insuficiente, incluso hay algunos retrocesos y bajo esa lógica seguimos movilizados. Hoy día se está tratando a los jóvenes como delincuentes y eso es una falta de respeto. Nosotros somos estudiantes, estudiantes con la convicción de que hoy día es necesario cambiar Chile. Vamos a seguir luchando, vamos a seguir movilizándonos”, enfatizó.

Camila es asediada por los periodistas de los medios masivos con rapidez. Alfonso Concha se apresura en hacer un despacho en directo para Canal 13 y le pregunta: ¿Se van a hacer responsables de los destrozos que ocurrirán por convocar a una marcha que no estaba autorizada?”.

Luego pasa a la descripción de “serios incidentes” que se producen en Plaza Italia. La única imagen a la distancia es carabineros alterando el orden público, destruyendo mobilario urbano a chorros de guanaco e impidiendo la libre circulación.

Por el Parque Bustamante hacia el sur o el Parque de la Aviación hacia el oriente, arrancan los estudiantes. Al rato hay incidentes en el Puente del Arzobispo. La rabia se acumula y se expresa en piedras e improvisadas barricadas en Providencia, Seminario, Salvador y Santa Isabel.

Luego vemos al reportero del Canal 13 entrevistando a Freddy Fuentes, presidente del Centro de Alumnos del Liceo de Aplicación. “¿Por qué insistir en esta intención? ¿Por qué no manifestarse en forma creativa como lo han hecho en otras ocasiones?”- le pregunta el periodista Concha al estudiante.

Fuentes responde que “la autorización nosotros sí la pedimos, el proceso sí lo hicimos. La intendenta ha mentido al decir que convocamos a esta marcha sin autorización. Ella nos cerró las puertas al diálogo diciendo que nos iba a reprimir, claro que con palabras más sutiles. Queríamos realizar una marcha, para la cual tenemos un derecho constitucional de manifestarnos. No se nos dejó ni siquiera reunirnos en el punto de encuentro. En varias cuadras estaba cerrado el perímetro. No pudimos manifestarnos, no pudimos dar a….

- “Gracias”- le dice el periodista del Canal 13 y se va. El estudiante queda descolocado, ni siquiera había alcanzado a terminar su última frase.

¿Ves algún incidente acá como el que describía recién el periodista del 13? – le pregunto para intentar concluir la entrevista abortada.

- “No estamos viendo ningún incidente ahora, lo que sí estamos viendo es la represión de carabineros. En la mañana la policía cortó el tránsito, así que no pudimos manifestarnos de manera pacífica. Si están haciendo el llamado a que estamos haciendo destrozos están mintiendo le hacen el juego a un Gobierno intransigente”- responde Fuentes.

De vuelta a Avenida Vicuña Mackenna encontramos a Jean, un congoleño que lleva dos años en Chile. No quiere hablar mucho y menos en un español que le cuesta. Sólo nos dice que “hay que escuchar la voz del pueblo, de los estudiantes”.

UN CARABINERO HERIDO

Cuando son las 2 de la tarde, tres bombas lacrimógenas, de las cientos que cayeron hoy -ayer, 4 de agosto-, van a dar al interior del Metro Universidad Católica. “La responsabilidad es de toda esta gente que está en el Gobierno. No le dan solución a esto y no se termina. Vengo caminando desde 10 de Julio porque allá nos dejó la micro 210”- nos cuenta Eliana, una transeúnte que sorprendimos en las afueras del Edificio Gabriela Mistral.

Entrando por Portugal hay un grupo de repartidores en moto. Héctor, uno de ellos, comenta que “lo que planteó el Gobierno no es ninguna solución para los estudiantes, son puros parches. Si acá estudiar es lo más caro del mundo ¿Por qué acá en Chile no? Porque se están forrando en plata”.

En las afueras de la Facultad de Arquitectura se ha montado una barricada. La policía llega pronto a ‘reestablecer el orden público’. Los chorros de agua destruyen los ventanales de la facultad, el ambiente en torno al Hospital Clínico de la UC es irrespirable y los carabineros estrenan sus máscaras antigases Made in Finland.

Llega una ambulancia y de un furgón policial sale un policía herido. Sangra del dedo medio. Integrará la nómina de 29 carabineros heridos que por la noche entregará el subsecretario del Interior.

UNA NUBE EN LA ALAMEDA

Por la Alameda en dirección al poniente hay huellas de una batalla campal, la que prosigue en el frontis de la Casa Central de la Universidad de Chile y del Instituto Nacional, que parecieran flotar en una nube, una nube de lacrimógenas que durante tres horas la policía alimenta con fruición.

Un local de comida china ubicado al frente del colegio tiene su cortina rasgada. Llega un camarógrafo y un periodista de Mega a verlos. “Fueron los pacos –nos dicen los trabajadores del local– se pitearon la cortina aquí… el guanaco. Lo hicieron con el chorro de agua. Que no le echen la culpa después a los estudiantes como después sale en la tele”. Los periodistas de Mega parten.

“Hoy hay pre-emergencia ambiental y con todo este humo creo que mañana habrán como 10 dígitos. Sinceramente esta represión no la veía desde que era chico. Esto motiva para que uno haga cosas”- opina Rodrigo Leiva, un peatón.

Al frente, en el Paseo Ahumada, los transeúntes observan impávidos. De un momento a otro se toman la Alameda. “Estamos peor que en la dictadura, ellos que dicen que son democráticos”- grita uno de ellos. “Parece que no tienen hijos porque son rebuenos para pegarle a los cabros chicos”- comenta otro.

En Bandera con Alameda hay un grupo de estudiantes frente a un pelotón de carabineros. En esos momentos de distensión del conflicto hablan y los adolescentes hasta se toman fotos posando con policías solícitos.

Al rato viene el guanaco. Los estudiantes arrancan y el chorro dispara su agua por sobre el paso nivel de Bandera. Al rato llega el comandante quien de palmadas en el hombro de sus subalternos los incita a perseguir a los secundarios. Un poco más allá logran alcanzar a un par y a forcejeos los conducen a los furgones policiales.

En Moneda con Bandera la policía impide el paso hacia el poniente. Un turista australiano observa extrañado y comenta que “es extraño esto para mí… no sé… vine a conocer la ciudad y me topo con esto. Nunca había visto a la policía tratar así a adolescentes”.

Un piquete de policías custodia la esquina. Es la hora de almuerzo y oficinistas y empleados bancarios pululan por el sector. Uno de ellos cruza la calle. Está furioso. Se suelta un poco la corbata e increpa a los policías: “Quiero saber… les pregunto a los policías que sienten atacar a niños chicos entre 13 y 15 años. ¿No son padres? ¿Qué sienten? Unos pendejos que no están armados, que están protestando… sólo recurriendo a su libertad de expresión. Les pregunto, como padre… o como seres humanos: ¿qué sienten pegándoles a niños?”.

AL CAER LA NOCHE

Ha caído la noche sobre la ciudad. A eso de las 7 de la tarde la película se repite. Carabineros por alto parlante dicen: “Jóvenes: Les pedimos, por favor, que abandonen el lugar. La manifestación no está autorizada” a la par que efectivos de a pie lanzan lacrimógenas y carros lanza aguas arremeten contra los universitarios que intentaban llegar a Plaza Italia.

Carlos Muñoz, vocero de la red de ONG’s de Infancia y Juventud de Chile, quien vive a escasa cuadras de Plaza Italia, denuncia que junto a unos vecinos estaban en la puerta de su edificio, ubicado en la calle Renato Zanelli, y al verlos los policías arremetieron contra ellos, así que huyeron hacia dentro de sus residencias. “Pero igual entraron deserrajando la puerta del edificio y pateando las puertas de los departamentos, rompieron luces y una de las entradas quedó destruída”, asegura el activista por los derechos de los niños, niñas y jóvenes. Además, asegura que la forma en que reprimen a menores de edad es una vulneración a sus derechos, lo que motivó una declaración que han firmado junto a Unicef.

En las afueras de Química y Farmacia de la Universidad de Chile, entre Salvador y el edificio de la Telefónica, hasta los alrededores de la Posta Central la represión es inaguantable. Los chicos comparten limones, sal y amoniaco. Alguien saca una manguera para apagar la decena de lacrimógrenas que carabineros arroja.

Pero el control del orden público a estas alturas no puede contener la rabia acumulada. En las calles contiguas a la Alameda los estudiantes improvisan fogatas, paran el tránsito y corean el hit del momento: “Y va a caer, y va a caer, la educación de Pinochet”.

Durante la tarde hubo protestas en la Usach, en el Pedagógico, más de 5 mil personas marcharon en Valparaíso; otras miles en Concepción. También hubo manifestaciones en Antofagasta, Copiapó, La Serena, Talca, Valdivia y en varias otras ciudades.

En Santiago unos 200 estudiantes cansados de las tergiversaciones y la mala leche de la prensa se tomaron Chilevisión. Otro estudiante hackeaba la web de Publimetro. “Ustedes no dejaron entrar alumnos, yo no los voy a dejar tener sitio web”- fue el mensaje que les dejó Noko, quien se atribuyó la acción.

A la par, la Confederación de Estudiantes de Chile (Confech) daba un plazo de 6 días al Gobierno para responder al petitorio del movimiento estudiantil: Educación gratuita y fin al lucro. El presidente de la federación de Estudiantes de la Universidad de Los Lagos, Patricio Contreras, llamó al Gobierno a “dar respuestas serias, concretas y coherentes con nuestras demandas históricas. Para esto, el Ejecutivo tiene un plazo de seis días, a partir de esta jornada de movilizaciones y protesta nacional”. Nada más; nada menos.

Más tarde Camila Vallejos exigía la renuncia al ministro del Interior, Rodrigo Hinzpeter, en razón de la forma en que la policía actuó en contra de los estudiantes, reprimiendo de manera desmedida, argumentó la dirigenta.

LA MÚSICA NOCTURNA

Pero algo faltaba por venir. Un rumor sordo al principio y que aumentó rápidamente en intensidad fue la música que se tomó varias ciudades del país. Lo que el gobierno de Piñera no dejó manifestar en las calles fue demostrado por miles de personas golpeando cacerolas en diversas ciudades del país.

Las ‘autoridades’, como gustan llamarse ellos mismos, recibieron una promo combo de parte del movimiento estudiantil. No sólo se paralizó la ciudad como nunca lo hicieron las marchas, sino que miles de cacerolas comenzaron a sonar poco antes de las 9 de la noche. Justo el día en que la encuesta del Centro de Estudis Públicos (CEP) registraba el más bajo grado de aprobación a un presidente en su historia.

Horas antes, el vocero de gobierno, Andrés Chadwick, minimizaba la fuerza de la protesta asegurando que “lo que hemos visto el día de hoy son grupos dispersos”. Para el Gobierno no fueron más de 5 mil personas las que intentaron marchar en Santiago y hubo 552 detenidos a lo largo del país. El alcalde de Santiago, Pablo Zalaquett, por su parte, amenazó con querellarse contra padres y apoderados de los colegios en toma y estimó en mil millones los daños causados por las movilizaciones a la propiedad privada más otros 50 millones en daños al espacio público -cifra idéntica que ha señalado en otras ocasiones-, aunque, como se ha vuelto frecuente, sin dar el detalle con claridad de cómo llega a esas cifras.

Cerca de la medianoche un incendio en una tienda de La Polar era atribuido por TVN a ‘encapuchados’.

En Valparaíso desde la Aduana, pasando por los cerros, y el centro de Viña del Mar, un sostenido cacerolazo vino a interrumpir el discurso del Gobierno.

En Santiago, a eso de las 9 de la noche, uno que otro estudiante hacía sonar un poste metálico en el centro, algún automovilista hacía sonar su bocina en señal de apoyo al movimiento en Escuela Militar y desde un balcón en Ñuñoa una anciana hacia sonar sus ollas. Lo que en un principio fueron decenas, al correr las horas se transformaron en miles.

En Lastarria, un grupo de jóvenes enfrentaba a la policía con cacerolazos, los que se repetían en las Torres de Tajamar, se expandían por Providencia, dejaban su eco en Los Dominicos y hasta alcanzaban edificios de Las Condes y Vitacura.

En Plaza Ñuñoa eran cerca de 500 personas haciendo sonar sus ollas, quienes fueron violentamente reprimidos por carabineros. Pasó lo mismo en Peñalolén, Puente Alto, Maipú, La Reina, Pedro Aguirre Cerda, Cerrillos y el centro de Santiago.

A eso de las 10 de la noche los bocinazos y cacerolazos eran la música de despedida de una sitiada jornada capitalina. En las esquinas, los paraderos de micros y en los balcones se expresaba el eco de una sociedad que apoya a los estudiantes y repudian la represión ejercida por Carabineros de Chile, por orden del Ministro del Interior, Rodrigo Hinzpeter. En la red, fue por más de dos horas Trending Topic (TT) global. En tercer lugar aparecía #4deagosto.

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